Beatriz Romero Portellano, brillando en un rincón
...Brillando aún en un pequeño rincón...
Beatriz Romero Portellano nació el 16 de agosto de 1994 en la ciudad de Granada (España). A los tres años comenzó a asistir a clases de danza española y flamenco. Unos años más tarde tuvo la oportunidad de empezar la carrera de español, con solo 9 años. Ese mismo año realizó su primer examen... El primero de los muchos que luego le seguirían con el paso del tiempo.
Si aprobaba pasaría a 5º, un curso diferente, ya que empezaría a usar las puntas y a aprender Ballet clásico puro.
Al acabar 6º recibió la trágica noticia de que la academia a la que asistía cerraba, quedándose a un año de acabar la carrera de español. Hablando días después con el profesor, le dijo que asistiría a "Los Cubanos", la academia en la que está actualmente, llamada así por la nacionalidad de los profesores. Beatriz al llegar a la academia, y gracias a que tenía cierta base, pudo comenzar en 9º. Empezando ahí su carrera para bailarina profesional de ballet de la Royal Academy of Dance junto con unas compañeras maravillosas, aunque solo con una la ha terminado. Con el paso de los años, Beatriz iba consiguiendo cada una de las metas que se proponía e iba alcanzando muy altas notas en cada uno de los exámenes.
El 11 de marzo de 2016 realizó el último examen (Advanced 2) para terminar la carrera y convertirse en bailarina profesional, obteniendo un Sobresaliente alto, casi "Matrícula de Honor", como en muchos de sus anteriores.
A la vez que sigue mejorando en la academia, aún habiendo acabado toda la carrera, continúa con sus estudios universitarios, prácticas... y demás.
¿Por qué en un sin fin de bailarines escribo sobre ella?
Hace dos años aproximadamente la conocí. Ella me impartía clases de ballet en un club de gimnasia rítmica al que yo pertenecía desde hacía ya bastantes años.
Desde los primeros días yo le vi algo especial; no sé si fueron sus maneras, su forma de hablar o la energía que transmitía.
Cada semana, mi deseo era que llegaran los viernes para ir a su clase. Yo veía que se volcaba mucho... me prestaba mucha atención y siempre estaba intentando sacar lo mejor de mi.
Un día hablando, le dije que aquello ya no me hacía feliz, que no quería seguir allí. Hizo un comentario, sobre un cambio a su academia de ballet, que provocó que yo me empezara a interesar más en aquella disciplina, tan fascinante y misteriosa, como desafiante.
Supe que aquel sería mi último año dentro de un pabellón y, que gracias a su apoyo, al siguiente mis pies rozarían la madera casi a diario.
Cada vez que compartimos clase, me doy cuenta de cuanto ha cambiado mi vida con un simple comentario.
Es una pequeña estrella en un rincón escondida, y todos tendrían que tener la posibilidad y suerte de verla brillar. Es la que atrae y capta todas las miradas en cualquier escenario que pise, llenándolo de esa energía que transmite.
La admiro. La admiro como nunca he admirado a nadie, y algún día me encantaría conseguir lo que ella logra cuando se apodera de los ojos de la gente... Como embelesa con sus movimientos. Como en cada clase me deja atontada cada vez que la música se mueve con sus pasos...