Oscar Wilde: La belleza de las palabras
Las dramáticas y valiosas descripciones de la condición humana de Oscar Wilde, fueron escritas durante la época del Londres victoriano. Por aquel entonces, todos los ciudadanos británicos estaban empezando a poder acceder a la literatura y la educación que con anterioridad, solo lo más adinerados podían permitirse. Sus historias, obras de teatro y poemas siguen inspirando a miles de personas en todo el mundo.
Nació en 1854 en Dublín, cuando Irlanda formaba parte del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. Mientras estudiaba en el Magdalen College de Oxford, centro en el que permaneció entre 1874 y 1878, recibió el Premio Newdigate de poesía, que gozaba de gran prestigio en la época.
Viajó durante su etapa de estudiante universitario, y publicó sus poemas en diversos periódicos y revistas. En Estados Unidos ofreció una serie de conferencias sobre su teoría acerca de la filosofía estética.
Su madre, Jane Francesca Elgee, escribía poemas revolucionarios para un periódico irlandés, pero durante el año de la revolución, muchas oficinas de edición de periódicos y revistas se vieron obligados a cerrar. Pasó entonces a traducir una novela de terror gótica “Sidonia the sorceress, la hechicera”, de la que se sirvió él para crear los elementos más oscuros de su propio trabajo.
En 1884 contrajo matrimonio con Constance Lloyd, con la que tuvo dos hijos. Constance era 4 años menor que él, una mujer inteligente, que, al igual que él, hablaba idiomas y tenía una mente abierta. Para poder mantener a su familia, entre 1887 y 1889 editó una revista femenina, Woman's World, y en 1888 publicó un libro de cuentos “El príncipe feliz”. Gracias al éxito de este último, se publicaron en 1891 varias de sus obras, entre ellas “El crimen de lord Arthur Saville”.
Su primera y única novela “El retrato de Dorian Gray”, fue publicada en una revista Americana en 1890. Al año siguiente, se reeditó en forma de libro. Esta novela le reportó una nube de feroces críticas desde sectores puritanos y conservadores, debido a su implícita erótica homosexual, que era considerada inmoral por los Victorianos.
La primera obra de teatro “El abanico de Lady Windermere” se estrenó en 1892. Sus siguientes obras incluyen “Una mujer sin importancia”, de 1893; “Un marido ideal”, de 1895; y “La importancia de llamarse Ernesto”, de 1895. Estas obras fueron aclamadas y consolidaron el papel de Wilde como dramaturgo.
En el verano de 1891, Oscar conoció a Lord Alfred Douglas, el tercer hijo del marqués de Queensberry, y empezaron una relación amorosa. El éxito proporcionado por sus obras de aquellos años, se vio truncado en 1895, cuando el marqués de Queenberry inició una campaña de denigración en periódicos y revistas acusándolo de homosexual. Wilde, por su parte, intentó desprestigiar a Queenberry para protegerse, acusándolo de liberal, aunque sin resultados. Oscar retiró su caso, pero fue arrestado y condenado por indecencia, y sentenciado a dos años de prisión y trabajos forzados. Las numerosas presiones y peticiones de clemencia efectuadas desde sectores progresistas y desde varios círculos literarios europeos de gran importancia no fueron escuchadas, y el escritor se vio obligado a cumplir por entero la pena.
Tras ser puesto en libertad, escribió “La balada a la cárcel de Reading”, donde expresa la agonía experimentada en la prisión. Fue publicada poco antes de la muerte de Constance, que había tenido que marcharse a Suiza con sus hijos tras el escándalo. Se reunió brevemente con Alfred, pero se cambió de nombre y se mudó a París. Allí permaneció hasta su muerte el 30 de noviembre de 1900, debida a una meningitis causada por una severa infección de oído.
Se han escrito numerosos libros y artículos sobre Oscar Wilde, reflejando la vida y las contribuciones de este autor tan poco convencional desde su muerte, hace ya más de cien años. Fue una celebridad de su propio tiempo, un hombre sensible, de gran ingenio, cuyas frases denotan suma sabiduría. No quisiera despedirme sin compartir algunas de las más famosas e inspiradoras.
